Saturday, August 06, 2011

Eliseo Alberto, informe sobre sí mismo

Eliseo Alberto, informe sobre sí mismo
El Norte
6 de agosto 2011




Eliseo Alberto prefería escribir novela por ser un género en el que su padre nunca incursionó.
Foto: Especial

Eliseo Alberto (1951- 2011)

Dulce María González


Monterrey, México (6 agosto 2011).- Proveniente de una estirpe de poetas, Eliseo Alberto no veía el mundo de otra forma sino a través de la literatura. El autor cubano, quien siempre prefirió la novela por creerla un género en el que su padre, Eliseo Diego, nunca incursionó, falleció el domingo pasado a los 59 años tras 14 días de haber recibido un trasplante de riñón. La escritora Dulce María González descifra algunas de las claves en la escritura de "Lichi", como lo llamaban de cariño, para quien la añorada eternidad ya comenzó.

"El otro mundo está más cerca de lo que parece".
Eliseo Alberto


I. El inicio de la eternidad

El sol de la mañana entra de lleno por los ventanales de un departamento en la Colonia Del Valle de la Ciudad de México, ilumina los sillones blancos, recién tapizados, que donara García Márquez cuando cambió su sala. Sobre la mesa del comedor cuelga una lámpara art nouveau y debajo de ella un platón colmado de frutas tropicales refulge. El narrador cubano Eliseo Alberto trajina en la cocina. Está preparando el café.

Tomando en cuenta que es un hombre de hábitos, podemos asegurar que en unos minutos subirá a su viejo Nissan y arrancará rumbo al súper. Ahí comprará donas y conchas para el desayuno, vino y pan para la comida, y algún antojo. De regreso en casa dará cuenta del pan dulce con un jugo de mandarina y, encendiendo un cigarro Monterrey, se sentará frente a la computadora a trabajar.

Sabemos que casi no sale, que bebe al anochecer, que se la pasa escribiendo y repasando las fotografías que cuelgan de las paredes (sus padres, sus tíos, él mismo a los 20 años, su hermana gemela Fefé), en un continuo dolerse de la distancia que lo separa de su tierra.

Los fantasmas de la gente que quisimos viven en la repetición de sus actos más característicos, y este escritor cubano que inició su eternidad el pasado domingo es predecible en lo que se refiere a gozar de la comida y la bebida, y en hacer de la rutina una segunda patria, suficientemente acogedora, capaz de dar soporte al dolor de su exilio.


II. La renuncia de la poesía

Aunque Eliseo Alberto empezó escribiendo una poesía delicada, plena de imágenes cotidianas cargadas de profundidad, a la mitad de su vida renunció al género. Y cuando alguien le preguntaba el motivo de esa decisión repentina y tajante, contestaba que prefería escribir novela por ser un género en el que su padre nunca incursionó.

Y aunque posteriormente su hermana descubriera en la casa de Arrollo Naranjo un intento de novela del padre, hallazgo que llevó a Eliseo a escribir un largo texto autobiográfico, el gran poeta cubano Eliseo Diego, padre de nuestro Eliseo Alberto de Diego, alias Lichi, era una figura demasiado fuerte a la que el hijo no podía o no quería enfrentar.

Agreguemos el enorme impacto que significó para Lichi la amistad con García Márquez, una relación que, desde mi punto de vista, lo arrancó de una situación familiar de enorme riqueza artística e intelectual, pero también demasiado estrecha y dominante, lanzándolo a elegir un camino personal y a escribir lo propio.

Quizá por ello, y a pesar de ser su tercera novela, siempre he pensado que "Caracol Beach" (1998), que de alguna manera tuvo su origen en el taller de guión que impartía el colombiano, señala el verdadero arranque de Eliseo Alberto como narrador.


III. Un creador narcisista y poético

A pesar de la renuncia tan determinante que antes comentábamos, el lirismo no soltó nunca al narrador Eliseo Alberto. Alguien comentó por ahí que "Caracol Beach" es una novela que te hace pensar en Tarantino, al tiempo que te provoca llorar.

Lo cierto es que al impecable manejo de la acción y la técnica cinematográfica aplicada con limpieza al discurso narrativo se une la presencia de personajes profundamente humanos, cuyos conflictos internos impiden realizar el juicio acostumbrado entre buenos y malos, tan característico de este tipo de tramas.

"Caracol Beach" es una novela de violencia y de sangre en la que todos los involucrados son inocentes. El soldado al que los horrores de la guerra le destrozaron la razón y es perseguido por un tigre de Bengala volador, ese hombre que ha tatuado en su brazo los nombres de sus muertos, y anda por la vida buscando quién le haga el favor de matarlo, provoca compasión, aun cuando sea el causante de las trágicas muertes de varios jóvenes inocentes en la historia.

En una ocasión le comenté a Lichi que uno de mis personajes favoritos de la novela es Catalina la Grande, prostituta de profesión y madre del soldado. Se le ensombreció el rostro y, con ese tono de voz tan dramático -mitad representación, mitad pedazo de alma- que le era característico, exclamó: "¡Esa pobre vieja!". Entendí que para Lichi sus personajes eran tan reales como él mismo y, al igual que su patria perdida, lo hacían sufrir horrores.

Aquel dolor era acompañado de un narcicismo casi infantil que provocaba, a quienes lo queríamos, quererlo aún más. En una ocasión puso a uno de mis hijos a leer unos párrafos de "La Fábula de José", mientras él caminaba por el comedor de ida y de venida, con las manos unidas por la espalda. Al final de la lectura se detuvo en seco y exclamó: "¡Así se escribe el español!", en un simpático arranque de admiración hacia su propio trabajo.


IV. La reconstrucción de lo perdido

A pesar de que en "Caracol Beach" el manejo de la tensión dramática nos provoca leer una página tras otra y nos deja sin respiración, con todo y la estructura de relojería y la profundidad insondable de los personajes, aun si tomamos en cuenta que ganó el Premio Alfaguara en 1998, siempre he pensado que, en el conjunto de la obra de Eliseo Alberto, ese texto significa sólo el arranque de su mejor momento creador.

Después de una temporada difícil, de fracasos emocionales y estrecheces económicas que lo orillaron a escribir telenovelas para sobrevivir (actividad cuya influencia resulta muy patente en "Caracol Beach"), considero que la importancia del Premio Alfaguara fue la de aportar la estabilidad económica necesaria para que Eliseo Alberto dedicara varios años a construir una voz fuerte y de gran singularidad.

El resultado de esta época son tres joyas de la narrativa latinoamericana contemporánea: "La Fábula de José" (2000), que profundiza en el tema de la libertad humana a partir de la historia de un hombre que es encerrado en la jaula de un zoológico; así como sus dos últimas novelas, en las que el autor parece haber adquirido, al fin, la fuerza y el derecho de reconstruir su personalísima Cuba, valiéndose de un discurso muy acabado, que supo apropiarse durante su estancia en México.

Hablo de "Esther en Alguna Parte" (2005), novela en la que se aborda el valor de la amistad y la búsqueda del amor a partir de la historia de un par de viejos, entre quienes surge una estrecha amistad al final de sus vidas, y "El Retablo del Conde Eros" (2008), en la que un exiliado regresa a la isla, dispuesto a suicidarse al final de una obra teatral que se propone montar a toda costa.

En ambas novelas, el lector escucha con claridad las voces de La Habana, pasea por sus calles, siente el salitre de la brisa marina en la piel, se moja al golpe de las olas al estrellarse en el malecón y, en general, es capaz de experimentar esa Cuba hecha de palabras que el autor pudo reconstruir valiéndose de un lenguaje que constituye su más acabada expresión.


V. Un nombre para tatuarse

En ocasiones me descubro planeando con entusiasmo una visita al súper o preparando un platillo de sabores delicados, consciente de que es la mejor antesala de la escritura.

Y en las vacaciones, cuando me encierro por gusto a escribir y a leer y a comer sabroso, me digo que cada día me parezco más a ese amigo entrañable cuyo nombre, tal como el soldado suicida de "Caracol Beach", llevo tatuado en la piel "como si fuera un camposanto".

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La autora es escritora